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La Unión Hace La Fuerza

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica 

Los municipios en estado crítico por presencia de minas son

Tarazá

Tibú

Valdivia

San José del Guaviare

Vistahermosa

Samaniego

 

A las 6:45 de la mañana del 27 de abril llegamos a la estación de Transmilenio de la calle 72 en la ciudad de Bogotá, el día empezaba con una tenue niebla que acompañaba un viento helado y el pavimento humedecido de las solitarias calles de Bogotá; salimos de la estación y emprendimos nuestro camino hacia la carrera 7, mientras tanto sosteníamos una charla sobre las expectativas de lo que encontraríamos en la séptima carrera por los héroes de Colombia, organizada por la Corporación Matamoros con la finalidad de recaudar fondos para patrocinar la educación, rehabilitación a través del deporte, inclusión laboral y talleres de apoyo psicoemocional a los héroes heridos en Combate.

 

Mientras avanzábamos, pudimos ver que un numeroso grupo de uniformados que venía desde la carrera séptima se desplegaba por la calle y con la ayuda de los miembros de la Defensa Civil Colombiana, hacían el respectivo cierre a las cuadras para que los carros no interrumpieran el camino de los atletas que asistirían al compromiso deportivo. Con el paso de los minutos, notamos la presencia de personas de todas las edades que lucían unas camisetas de color azul eléctrico y verde fosforescente, en ellas se podía leer un estampado que decía “carrera de los héroes 10k” que caminaban rápidamente para no llegar tarde al punto de salida que se daría a las 7:00 de la mañana. La carrera tuvo 3 puntos de partida; el primero desde la calle 85 con carrera 15, el segundo desde la calle 93 con carrera séptima y el tercero desde la calle 73, esta última, donde nos encontrábamos era la más corta que contaba con 3 km  de distancia hasta la meta y de ella partirían personas del común acompañadas por los héroes heridos en combate quienes serian el ejemplo de la jornada.

 

Cuando llegamos al punto de salida de este segmento nos dimos cuenta que una gran cantidad de ciudadanos se habían comprometido con la causa y habían estado dispuestos a madrugar para empezar el calentamiento y estiramiento conjunto, entre el gran tumulto de personas pudimos ver a dos militares que vestían una sudadera azul oscura con unas rayas rojas y cuya chaqueta en la parte trasera decía “ejercito”, uno de ellos, alto y fornido se apoyaba en unas muletas y el acompañante, de estatura media y gordo se ponía sus guantes para poder participar en su silla de ruedas. Ambas quedamos perplejas al ver la tenacidad de estas personas, admiradas por su fuerza llegamos a la conclusión que aquellos que tenemos todo nos acomplejamos por muy poco.

 

Quisimos acercarnos al punto de partida, donde reposaba una tarima con un pasacalles gigante que decía “salida”, pero no pudimos porque este espacio era exclusivo para quienes habían pagado con anterioridad su inscripción, así que decidimos bajar unas cuantas cuadras y esperar a que la carrera comenzara y que las personas pasaran por la calle 72. Eran las 7:30 de la mañana y esperábamos ansiosas en una banca de cemento al lado del centro comercial A.V Chile, mientras corría el tiempo alistamos las cámaras y tomamos algunas fotos del lugar que estaba lleno de vallas publicitarias que anunciaban el paso de la carrera, las calles dejaron de estar solas y un pequeño rayo de sol luchaba por salir de entre las espesas nubes que nos acompañaban ese día.

A las 8:00 de la mañana una pareja de esposos se nos acercaron y nos pidieron un espacio en la banca, nos juntamos una a la otra para que ellos pudieran sentarse y la señora muy amablemente preguntó:

 

-¿Ustedes también están esperando a un familiar?-

-No señora, vinimos a recoger material fotográfico- contesté

-¿Y eso para qué?

-Somos estudiantes de comunicación social y estamos haciendo un reportaje sobre el conflicto armado colombiano-

-Ahh súper interesante, nosotros estamos esperando a nuestra hija para tomarle foto- respondió

 

Le sonreí a manera de respuesta y nos dimos cuenta que un grupo de personas venían corriendo desde lo alto de la calle, nos paramos en la banca y empezamos a tomar fotos, pasaron unos minutos y empezaron a aparecer nuestros protagonistas; personas con sillas de ruedas convencionales y otras en forma de triciclo que tenían un pedal que manipulaban con las manos, algunos carecían de alguna de sus extremidades inferiores pero avanzaban más rápido de lo normal con ayuda de muletas, bastones o prótesis y varios invidentes pasaron con sus lazarillos. Cada uno de ellos reflejaba vida y alegría, algunos al darse cuenta de que estábamos tomando fotos y grabando posaban con alguna mueca y gritaban “viva Colombia”, en ese momento tuvimos un sentimiento de pertenencia y sonreímos, tomamos la decisión de participar en la próxima carrera el año que viene.

 

Luego de unos minutos empezaron a aparecer pequeños escuadrones de los distintos batallones del ejército y la policía que marcaban el compás de su marcha con cantos alusivos al honor y la gloria de las personas que día a día batallan y están dispuestos a dar su vida por la patria. Decidimos separarnos un poco para obtener las fotografías desde distintos ángulos, bajamos de la banca de cemento en la que nos encontrábamos, una mancha de color verde encendida se acercaba a nosotras trotando y una de las personas que estaba en frente llevaba una bandera de Colombia colgada en un palo de madera, al tenerlos más de cerca pudimos ver que se trataba de la familia presidencial, Juan Manuel Santos, con la primera dama y dos de sus hijos iban acompañados de un fuerte esquema de seguridad que también se había puesto la camiseta y habían hecho presencia en el evento.

 

La meta es la gloria.

 

Emprendimos un acompañamiento a los atletas por el sendero de la carrera, caminamos a paso apresurado los 3 km que faltaban para llegar a la meta, en cuanto avanzábamos varias filas de uniformados ubicadas a lado y lado del andén animaban a los que por allí pasaban y aplaudían a los que por el cansancio ya iban caminando y cada vez que pasaba un discapacitado gritaban y chiflaban a manera de orgullo y júbilo. Nos dirigíamos por la carrera 15 hasta llegar a la calle 85 donde se encontraba la meta, en el recorrido pudimos ver a una familia de cuatro personas que se llevaban de la mano y tomaban agua al tiempo que trotaban, nos pareció de admirar este acto de personas que no son atletas ni hacen ejercicio seguido pero que su voluntad por contribuir, había sido la razón que los había motivado para cambiar de rutina un domingo.

 

Llegando a la meta, los curiosos y familiares de los que participaban en la competencia se reunían para tomarle fotos a la llegada, pudimos ubicarnos en un punto donde teníamos buena visibilidad. Por allí pasaron personalidades como el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón quien fue aplaudido y con las manos en alto paso por el umbral de la meta, minutos después, acompañado por miembros de la policía llego el General Rodolfo Palomino con una cintilla verde en su cabeza con unas letras estampadas que decía “policía”; algunos actores, presentadores y ex reinas de belleza también dieron su apoyo a nuestros héroes.

 

La alegría y la emotividad al llegar a la meta se hacían sentir con gritos y arengas, personas con la bandera de Colombia mostraban su sentido de pertenencia, otros querían guardar ese momento en la memoria tomándose una foto con su celular, era como si hubiesen salido victoriosos de una lucha, pero tal vez era el sentimiento de gratitud y su manera de aportar un grano de arena a todos aquellos que han sufrido la violencia y las inclemencias de un conflicto que parece no acabar. A diario, la vida nos da lecciones para aprender a valorar lo que tenemos, era inevitable no sentirnos conmovidas y que no se nos erizara la piel con el temple de estos héroes que siguen adelante y luchan por sus sueños, que son ejemplo de vida y que nos demuestran que las limitaciones solo existen si uno genera barreras como excusa para luchar por lo que se quiere. Es bueno que de vez en cuando los civiles se sientan parte de esta causa y salgan a las calles para acompañar a los que lo necesitan. Al final de la carrera algunas personas se animaron a mandar un saludo de aliento a quienes están dispuestos a entregarlos todo por nuestra seguridad.

 

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